martes, 15 de marzo de 2011

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Gran Hermano: ¿puro teatro?

Algunos dicen que "está todo guionado", otros que ahí "no hay nada preparado"; ¿cuál es el rol del guionista en los reality shows? – ULTIMA ROLLING STONE.

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En 2009 subí al blog: gdorazio.blogspot.com estos trabajos publicados en el periódico HUELLA, mucho antes. Veo hoy, en 2011, con la Stone en la mano, que no han cambiado las cosas. Poca originalidad, las mismas ideas, productos, comentarios y...LEAN Y COMENTEN. GRACIAS. gd.

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La realidad y los contenidos de la TV no han cambiado demasiado. "Gran Hermano", parece que vuelve por TELEFE...y "Jackass" no deja de pasarse en el cable y, tras su arribo al cine, no deja de tener visitantes en el Youtube. Otros artículos (o fragmentos de notas), publicados en 2004, analizaban ambos fenómenos sin saber que se prolongarían hasta la actualidad. Más y distintos realitys, sobrevinieron luego. Confusiones, éxitos, caídas y miles de horas de TV para olvidar, aunque...¿es posible no recordarla?. "Ver no significa asentir", dijo en aquel momento Beatriz Sarlo. Ver un programa de televisión no conlleva su aprobación; al contrario, debe verse para podérselo analizar. De allí que, tanto GH como Jackass (u otros símiles) impacten en la sociedad, sea uno público o no de ellos. Sus motores, lenguajes y "modelos o formatos", han cambiado el paradigma de la producción y la programación televisiva internacional. Argentina, no es la excepción. Escribir y analizar (reflexionar) sobre los medios de comunicación, es no sólo un interés personal, sino un tarea profesional que desarrollo con pasión. Sé que ningún medio (empresa) es inocente. Menos, espacios como éstos. Hay que seguirlos con cautela y tratar de interpretar qué le dicen a la gente, cómo y por qué.

Los posteo en el BLOG, por su vigencia. G.D.

"Gran Hermano"
¿La Vida en Directo?

"...Teatro. Falsedad bien ensayada. Estudiado simulacro.
Fue tu mejor actuación. Perdona que no te crea, lo tuyo es puro teatro..."
C. Curet Alonso


Frente a una cámara nadie es como es. Ese ojo que domina los carteles promocionales de Gran Hermano (TELEFE) mira al transeúnte apurado-apremiado, prometiéndole ser su mirada más indiscreta.
Un ojo sabio, omnipresente y ágil, que divisará todo lo que acontezca dentro de un hogar-experimento, compuesto por 12 almas (jóvenes, con buena apariencia -imagen-, sanos, heterosexuales, etc.
Sin embargo, la cámara (en verdad, "las múltiples cámaras que se emplean") es apenas un instrumento de captación y registro fugaz, que puede o no perpetuar el instante, al menos para la televisión abierta.
Un rostro, una sonrisa, un encuentro, una pelea, un diálogo, un baño, un eructo (por no mencionar otros sonidos y debilidades humanas), serán seleccionados -en última instancia- por el editor-director, obteniéndose, tras su compaginación, una selección del suceso, aunque pueda seguirse con mayor detalle (duración y continuidad) por internet y TV selectiva (DirecTV).
Si a este planteo se le agrega la actuación de cada participante, el resultado no es LA VIDA EN DIRECTO, como reza el eslogan.
Ese hogar del que hablamos, es una casa-Gessell donde todos son observados y filmados sin saber qué porción de su privacidad (una intimidad vulnerada por contrato) es la que, finalmente, conocerá el gran público.
Además, ingresados en ella, el aislamiento del mundo exterior es generador de un hábitat cerrado, donde no penetran relojes (horarios), órdenes de superiores, medidas económicas, aunque sí cobran vida fantasmas, fantasías, deseos, nuevas reglas y fricciones o adhesiones entre pares (participantes que, aunque lo nieguen o no sea "su prioridad", compiten por un premio de 200 mil dólares y...¿la fama?), que deberán eliminarse y acatar el voto del supremo: los televidentes que deseen -por simpatía o antipatía- formalizar su elección.
Otras experiencias de "reality show" o "reality game show" (El Bar, Solos en la Casa, Expedición Robinson, La Isla de la Tentación), combinan, según su estilo, la vida real con juegos o no; las destrezas y habilidades personales con la ardua construcción de una convivencia forzada y forzosa, que resultará sabrosa para muchos y previsible para otros.
Así se pasa -desde hace unos dos años, en Europa y EE.UU.- de desafíos personales en una isla desierta, a erotismo e infidelidades grupales; de juegos adolescentes -en una mansión-, guiados por una voz autoritaria a expender bebidas en un bar de jóvenes; de la tele-observación ininterrumpida al voyeurismo cómplice de millones de personas (puntos de rating), que descubren en pantalla lo que el espejo de sus casas, de sus barrios (aunque les pese), de sus propias familias, de sus trabajos, de su grupo, les dispara a diario, y no miran o perciben; evitan (percepción y memoria entrenada para sobrevivir, sin negaciones pero, también, sin reiteraciones permanentes) o -los menos- deforman y repasan, una y otra vez, obsesivamente.

Pseudo-realidad: una construcción mediática

La TV internacional ha cambiado, combinando sofisticación, creatividad y audacia (¿codicia?), en los novedosos formatos que propone y promueve. Los receptores (la sociedad), también.
Entre ambos, el romance es ya de larga data. Más de 50 años los une. Peleas, zapping, encendido permanente, divorcios críticos, enlaces amorosos y agradecidos, coexistieron en torno a los efectos de la televisión.
Por ello, esta nueva manera de concebir a la TV, en el siglo XXI, no hace otra cosa que alterar con el ingreso de lo real, lo cotidiano, lo humano, el segmento de ficción y entretenimiento que, tradicionalmente, la programación había reservado a otros géneros, como la telenovela, el clásico programa de preguntas y respuestas o de juegos superadores.
El periodismo, el documental y las recreaciones de la vida real eran, hasta hoy, los espacios encargados de revelar aspectos de la actualidad y la realidad, sin profundizar en los asuntos privados (domésticos, íntimos) de la gente en tanto personas, salvo que, por razones especiales, alguien se destacase y mereciera ser noticia: ser eje de un documental o de un relato informativo.
En la fusión (confusión) de géneros, la verdad no es otra cosa que una simulación de un acto-acción verosímil.
Después del talk show, del ingreso del hombre y la mujer común confesándose a la pantalla (en un rol protagónico y con primeros planos), sólo faltaba armar producciones donde la clave o el eje del atractivo y la definición (el The End) pasará por ellos y sus potencias, por ellos y sus verdades frente a cámaras.
El triunfo ha sido completo. Millones de espectadores, millones de dólares y el auge de los realitys.
Más acertados unos, muy superficiales otros, matizan estos momentos de liviandad y hastío globalizados.
La decadencia de ellos podría ser un buen síntoma. Quedaría en claro que la vida en directo es la que cada uno percibe, construye y vive. No la televisada y fragmentada entre tandas de publicidad y promociones que son ficción, cuando no mentiras.

"Perdona que no te crea, Hermano, lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro".

Gustavo D´Orazio
© Periódico Huella

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